31/10/11

As safah y al Marwah: entre el apuro y la recompensa

En el mes del Hayy, el último del calendario islámico, los musulmanes “reviven” a través de los rituales de la peregrinación a la Meca, la jornada de sacrificios emprendida por Ibrahim (as) y su familia miles de años atrás. Uno de los varios rituales del Hayy (Hach) es el Sa’i  el cual entre otras cosas, consiste en un  circuito que los peregrinos tienen que completar 7 veces entre dos colinas llamadas As Safah y Al Marwah. El origen de esta práctica está explicado en el tafsir de Ibn Kazir de la surah al Baqarah:
Al Bujari registró que Ibn Abbas dijo: “el profeta Ibrahim se fue lejos con Ismail y  su madre* hasta que alcanzaron el área de la Casa donde los dejó junto a un árbol arriba de Zamzam en el área elevada de la mezquita. Durante ese tiempo, la madre de Ismail aún le estaba dando pecho. Meca estaba inhabitada, y no había ninguna fuente de agua en ella. Ibrahim los dejó ahí con una bolsa que contenía unos dátiles y un saco de piel que contenía agua. Cuando Ibrahim comenzó a alejarse y la madre de Ismail fue detrás  de él, ella le dijo: “Oh Ibrahim ¿a quién nos entregas  dejándonos en este valle estéril e inhabitado?. Ella repitió la pregunta varias veces pero Ibrahim no respondió. Entonces ella le preguntó: ¿acaso Allah te ha ordenado hacer esto? Y él contestó “Sí” y entonces ella dijo: “Estoy satisfecha de que Allah nunca nos abandonará”. Y entonces Ibrahim se fue y cuando estuvo lo suficientemente lejos para que no lo vieran, cerca de Thaniyyah, se volteó en dirección a la Casa, elevó sus manos y suplicó:
 “Oh Señor nuestro” He establecido a parte de mi descendencia en un valle sin cultivar junto a Tu Casa Sagrada; para que, señor nuestro, establezcan la Oración; por lo tanto, haz que los corazones de la gente se inclinen hacia ellos y proporciónales productos de la tierra para que puedan ser agradecidos” 14:37  
La madre de Ismail regresó entonces a su lugar, comenzó a beber agua del saco de piel y a amamantar a Ismail. Cuando el agua se terminó, ella y su hijo comenzaron a tener sed. Ella lo miró y él estaba sufriendo de sed; ella se fue porque no le gustó ver su cara en esas condiciones. Entonces encontró la montaña más cercana a donde estaba: As Safa, a la cual subió para en vano mirar alrededor esperando ver a alguien. Cuando descendió al valle, se levantó su vestido y corrió  como alguien cansado puede correr hasta que llegó a la montaña Al Marwah. En vano, miró otra vez para ver si había alguien ahí. Corrió de ahí a la otra montaña siete veces” Ibn Abbas dijo que el mensajero de Allah dijo: “Por eso es que la gente hace este circuito entre As Safa y Al Marwah“ (durante el hayy y la umrah). (1)
Sobre el aspecto espiritual de este ritual Al Ghazali hizo la siguiente comparación: “el circuito entre As Safa y Al Marwa en el patio de la Casa, asemeja el constante ir y venir apresurado de un sirviente en el palacio Real. El peregrino demuestra devoción a sus deberes y la esperanza de ser visto con compasión; tal como quien entra en la presencia de un rey y luego se va sin saber si el soberano ha decidido aceptarlo o rechazarlo. Así continúa regresando para cruzar el patio una y otra vez, esperando recibir misericordia la segunda vez si la primera no la recibió.” (2)
Cualquier necesidad, ya sea material o emocional tiene el potencial de acercarnos a Allah. Asumir nuestra realidad como criaturas dependientes de Él es parte de la verdadera fe. Los incrédulos en contraste, se creen autosuficientes o ven en otras criaturas la fuente de soluciones a sus problemas.  Nosotros buscamos ayuda en Allah como lo hizo Hayar porque también es parte esencial de la fe y de la adoración pues estamos así admitiendo que Él es el auxiliador y proveedor (Al Mu’in), entre muchos otros de sus bellos atributos.
En esta vida oscilamos entre pruebas y bendiciones, entre la facilidad y la dificultad  sin saber cuál será nuestro destino final. Sin embargo, basándonos en el ejemplo de Hayar y de otras personas piadosas mencionadas en el Corán y la sunnah, podemos aprender que el éxito al final viene luego de ser obedientes a Allah y de persistir continuamente en el camino del bien. Y como invariablemente también lo demuestran dichas historias, el camino del bien no incluye ni la auto compasión ni la pasividad: el favor de Allah se busca con humildad y activamente con acciones del cuerpo y tomando riesgos necesarios. Vemos en el caso de Hayar que ella no se quejó de lo que Allah ordenó ni se quedó ahí con su bebé sentada a lamentarse de sí misma y de su situación. Además de recurrir a la súplica recurrió a la acción, justo como lo hicieron todos los profetas y los salaf: trabajaban, estudiaban, peleaban (en la yihad), viajaban dejando sus familias y posesiones atrás…se exponían a lo desconocido y a la incomodidad; y como sabemos nada de esto fue ignorado por Allah.  A Hayar por ejemplo, le concedió el pozo de agua de Zamzam que incluso hoy sigue apagando la sed de los peregrinos que visitan Meca entre muchos otros favores.
Así es como esta historia nos permite ver la confianza que ambos, Ibrahim y Hayar, tenían en Allah subhana wa ta’ala. Por un lado, Ibrahim (as) estuvo dispuesto a dejar ahí en un paraje desolado y peligroso a su hijo, un hijo que por cierto esperó durante décadas de infertilidad. Cuán difícil le habrá sido separarse de algo tan querido y anhelado durante toda su vida y sobre todo dejarlo sin ni siquiera saber si lo volvería a ver. Al mismo tiempo también sobresale la reacción de Hayar quien luego de preguntar tres veces con paciencia,  sin acusaciones y sin chantajes, simplemente le preguntó a Ibrahim si esto había sido una orden de Allah. Tal vez así lo hizo porque sabía que Ibrahim era un hombre piadoso que no seguía sus deseos o tal vez porque ella misma también tenía tanta taqwa de Allah que mejor se abstuvo de pensar lo peor de Ibrahim y de caer en el pecado de la sospecha injustificada. Como hubiera sido, no hay duda de que  fue una compañera obediente tanto con Ibrahim como con Allah; y tanto ella como Ibrahim no mostraron ningún apego a lo que es de este mundo, ni un ápice de egoísmo. Sus acciones son evidencias de la convicción que tenían en la existencia de Allah y de su confianza en Él (tawakkul) . Y aunque en este momento nos comparemos con ellos y admitamos que en una situación similar nos sería muy difícil simplemente obedecer y confiar en Allah, tenemos la bendición de aún estar vivos para hacer duah a Allah y pedirle que nos dé el iman que les dio a ellos; que nos perdone por a veces temer más al que dirá la gente que a lo que Él pensará de nosotros y también le podemos pedir que nos dé la total seguridad de que existe y nos escucha. Que Allah ponga en nuestros corazones lo mismo que puso en el corazón de los profetas, que nos dé la intención y determinación de implementar todo  aquello que aprendemos de ellos y que nos dé la fortaleza para desobedecer al shaytan y a nuestros nafs. Amin.

* Algunos autores escriben Hajar o Hayar y otros Hagar.
1. A compilation of The  Abriged Tafsir Ibn Kathir in The English Language and Arabic Verses. Darussalam . Ryadh 2000. P. 388  Vol. I
2. Al Ghazali. Inner Dimensions of Islamic Worship. Islamic Foundation. United Kingdom. P.114,115.