Hablar sobre el Islam es todo un reto y no sólo en occidente donde existe tanto prejuicio y a veces genuina ignorancia por parte de la gente. Desgraciadamente también lo es en algunos países del mundo musulmán donde hay mucha represión y donde proponer incorporar el Islam a los asuntos públicos puede costar la vida como en el caso de Uzbekistán y otros. Cada día en algún lugar del mundo algún hermano o hermana es arrestado, agredido o por lo menos amenazado para que abandone su obligación islámica. El da’i (invitador al Islam) es el muyahidin de las ciudades, de las universidades, de las calles, de los cafés, etc. Sus armas, sin embargo son el conocimiento, los argumentos y las palabras con las que invita al bien y prohíbe el mal. Los invitadores al Islam son hombres y mujeres que igualmente están dispuestos a dar la vida por Allah azza wa yal gastando su tiempo y recursos en Su causa y a morir por Él si es necesario.
Ahora como cuando el profeta Muhammad sallAllahu alaihi wasallam comenzó a invitar a la gente al Islam, el Islam significa el fin de la desigualdad social y la impunidad política. Llamar a un sistema que abarca todos los aspectos de la vida y que devuelve todo poder y autoridad al Creador del universo, obviamente representa una amenaza para quienes ahora gobiernan injustamente y oprimen a otros seres humanos. Los Quraish de nuestros tiempos, no quieren reconocer ni respetar los derechos que Allah subhana wa ta’ala nos ha dado de manera automática al momento de ser concebidos. También quieren evitar que el Islam sea aplicado en los aspectos colectivos de la vida (legislativos, políticos, económicos, administrativos, etc.) porque detestan el hecho de que el Islam le da los ciudadanos los medios eficaces para auditarlos y hacerlos rendir cuentas. Y al menos en el aspecto económico el mayor peligro para ellos, lo constituye la obligación de la distribución de la riqueza a través del zakat, el fin del dinero de papel y la eliminación de la usura del sistema todo lo cual hará inshaallah que sus enormes riquezas ilegítimas colapsen. Por eso es que atacan al Islam desde diferentes frentes: ya sea por medio de la propaganda islamofóbica o a través de una versión laica e individualista del Islam que ellos mismos han diseñado y puesto a circular.
Ellos planean pero Allah azza wa yal planea mejor. Nosotros como seguidores de la sunnah y plenamente conscientes de que debemos obedecer al mensajero porque así Allah azza wa yal nos lo ha comandado, extraemos de su biografía diversas lecciones con relación a la manera en la que él, Muhammad (saw) lidió con los mismos problemas que tenemos hoy en día. Su dawah se caracterizó por ser honesta y extremadamente firme puesto que tenía un gran temor de Allah (swt). La convicción y confianza del mensajero en Allah (swt) eran tales que a pesar de que ya sufrían persecución y tortura, no cedió cuando los Quraish le ofrecieron hacerlo rey, darle riquezas y mujeres a cambio de que renunciara a su misión. Es bien sabido que él (saw) dijo: “por Allah, así ellos pusieran el Sol en mi mano derecha y la Luna en mi mano izquierda para que yo dejase este asunto (la invitación al Islam), yo no lo dejaría hasta que Allah haga que el Islam predomine o hasta que yo muera antes de eso”. (1)
Si su entendimiento del Islam hubiera sido diferente y tal vez la fe en su Señor menor, Muhammad (saw) hubiera aceptado la oferta pensando que desde su posición de rey sería más fácil hacerse de poder militar, revertir las cosas y eventualmente establecer el Islam como forma de vida. Lo mismo pudo haber hecho cuando los Quraish le propusieron que ellos adorarían a Allah (swt) por un año si Él (saw) aceptaba adorar a sus ídolos por un año también (2). Son muchas las ocasiones en las que demostró inamovible certeza en su misión e inquebrantable adhesión al tawhid. Incluso años más tarde, cuando los sahaba salieron a predicar el Islam a tierras más lejanas, su método era sencillo: llevaban una carta de Muhammad (saw) donde abiertamente los invitaba a abrazar el Islam. Algunas de estas cartas pueden leerse al final del libro “El Néctar Sellado”. Lo que cabe destacar es que en todos los casos podemos claramente ver que Muhammad (saw) no comprometió el tawhid por una cuestión de eficiencia o tiempo. De no haber sido por su paciencia y fe, bien pudo haberse apresurado y aceptar alguna de esas ofertas que le hicieron los incrédulos. Está bien claro que al rechazar el poder, él decidió no incorporarse en el sistema de gobierno que le proponían porque éste no emanaba de la aquidah islámica. Allah (swt) no le instruyó convertirse en rey para invitar luego a la gente al Islam. Esto es muy contrario a la idea que algunos tienen de “llamar” al Islam desde adentro del sistema formando un partido político que contienda en las elecciones dentro del sistema democrático. En este caso, quienes así lo hacen es porque han puesto su confianza en la democracia y no en Allah (swt) ni en cómo Él instruyó a Muhammad para que lo hiciera. Pero Allah sabe más.
Como sea, no significa que todos los que lo hacen, tengan el deseo de transgredir deliberadamente. Nadie que sea sincero escoge la falsedad por encima de la verdad. Después de todo actualmente es más bien inusual que se estudie la sirah del profeta (saw) con la intención de extraer lecciones políticas. Además muchos no han reparado en el hecho de que la democracia transfiere al ser humano algunos de los 99 atributos de Allah (tales como Su soberanía, Su derecho exclusivo de legislar, juzgar y gobernar) volviéndola un tagut por el shirk que estas asociaciones implican. Tal vez tampoco han reflexionado en que la alternancia de poder (sexenal en algunos casos) equivale a la propuesta antes mencionada que los Quraish le hicieron al profeta (saw) y que también rechazó. Lo lamentable es que una vez que el musulmán se involucra en el sistema político de los incrédulos irremediablemente se expone a situaciones en las que tiene que negociar y ceder sus valores islámicos ya que el cabildeo (lobby) es una de las actividades más comunes en las democracias y de la que los políticos simplemente no se pueden librar. Siguiendo el ejemplo de todos los profetas, nosotros debemos evitar comprometer nuestro din a toda costa. El mayor de los males es siempre el shirk y ese es el que hay que evitar pues Allah perdona todos los pecados menos ese. Al final del día, también hay que recordar que es Allah (swt) quien guía a la gente al Islam y no nosotros; que la victoria la decide Él y no nuestras acciones y que en el día del Juicio nuestras acciones serán medidas según su conformidad con el Corán y la sunnnah. Es decir que seremos juzgados por nuestra obediencia y no por nuestros resultados. Nos viene bien el recordatorio del iman Anwar Al Awlaki (que Allah lo preserve), uno de los predicadores más populares de nuestros tiempos quien al respecto dijo:
“El método de los musulmanes no es un método de infiltración. Los musulmanes no intentamos infiltrarnos en el sistema y trabajar desde adentro. Simplemente no es nuestro método. Ese es el método de los judíos y de los hipócritas pero no el de los musulmanes. Nosotros somos honestos y directos con los amigos y los enemigos. Hacemos nuestras intenciones abiertamente y declaramos nuestra dawah públicamente: “ustedes tienen su religión y yo mi religión” (3)
Que Allah (swt) nos dé humildad para reconocer que no está en nosotros descubrir el hilo negro y que no sabemos ni más ni mejor que Él o que Su mensajero. Amin.
1. Mohammed Khalid, Khalid. Men around the messenger. Dar al kotob al Ilmiyah. Beirut Lebanon. Pag. 14.
2. Tafsir Ibn Kathir. Surah Al Kafirun. Pag. 5673. Vol. 10.
3. “ The Muslims’ method is not a method of infiltration. Muslims do not try to infiltrate the system and work from within. It is just not our way. It is the way of the Jews and the munafiqeen but not the way of the Muslims. We are honest and straightforward with friend and foe. We make our intentions open and we declare our dawah publicly, “For you is your religion, and for me is my religion.”