Probablemente a la mente de muchos nosotros la palabra progreso trae imágenes de grandes rascacielos, sofisticadas carreteras, supermercados llenos de abundancia y variedad; tecnología, comodidad y libertad. En contraste, cuando pensamos en la ausencia de progreso se nos vienen a la cabeza imágenes de pobreza, suciedad, y opresión. Los conceptos de “tercer” y “primer” mundo los comprendemos y distinguimos bien. Esta manera de entender el progreso, es una que tiene sus raíces en las elaboraciones filosóficas de diversos pensadores de los últimos tres siglos especialmente. Sin embargo, aunque este concepto de progreso prevalece en el mundo (incluyendo el mundo musulmán) no es uno basado ni en el Corán ni en la sunnah. ¿Significa esto que el Islam y el progreso son irreconciliables? ¿Es eso una evidencia a favor de quienes arguyen que la religión produce estancamiento y retroceso?
Según el diccionario filosófico de la universidad de Oxford, la creencia en el progreso sostiene que los tiempos más recientes son una superación de tiempos anteriores. Varios filósofos del siglo 18 vieron en la creencia del progreso el florecer del conocimiento y la razón. Y durante el siglo 19, esta creencia en el progreso fue consolidada por Comte y Marx quienes sin duda contribuyeron a que millones alrededor del mundo se enamoraran de dicho concepto. ¡Qué difícil es imaginar cómo generaciones enteras anteriores a estos pensadores vivieron sin tener estas ideas sobre el progreso!
Sin embargo, la creencia en el progreso no fue la fuente de inspiración para los primeros musulmanes quienes a pesar de entender el mundo de una manera muy distinta, fueron ellos quienes lograron superarse más rápidamente y construir una de las civilizaciones más sostenibles, más justas y exitosas de todos los tiempos. El avance que la civilización islámica alcanzó no fue sólo en los aspectos materiales y sociales sino los espirituales e individuales también. Además, y por si fuera poco, su evolución no estuvo basada ni en las ideas racionalistas, ni en los ideales de auto-gobierno sobre los que los que Kant o Rousseau concibieron el progreso. Mucho menos lo lograron por medio de la aplicación de las ideas de la teoría de la evolución o del darwinismo social que asocian la competitividad, la libertad y el auto desarrollo con el progreso de una sociedad. El avance de los musulmanes se basó únicamente en la aplicación de las enseñanzas islámicas contenidas en el Corán y la sunnah.
No obstante, esto no significa que el uso de la razón haya sido nulo como los detractores de la religión quieren hacernos creer. El uso de la razón fue de hecho protagónico pero enfocado en el estudio de los textos sagrados para la extracción de leyes que se basen en los mismos y no en los intereses de algunos grupos o individuos como ocurre con la legislación actualmente. La razón también ha sido fundamental en el desarrollo de las diferentes ciencias que permitieron la preservación y la propagación del conocimiento islámico organizando su recepción, su reporte y la trasmisión del mismo. Incluso en los aspectos políticos y administrativos, las soluciones basadas en el Islam fueron posteriormente fuente de inspiración para ideologías como el socialismo. Las contribuciones tecnológicas y científicas de los musulmanes en la Edad Media fueron de hecho más bien la consecuencia de la aplicación de las creencias islámicas, y no la de las ideas de seres humanos por más grandes pensadores que nos diga la historia que fueron. Y estos avances no eran tampoco ni son los frutos anhelados por los musulmanes. Pues si bien el Islam no nos ordena vivir en total renunciación a los bienes materiales, nuestra meta es llegar al día de la retribución con buenas obras y con la creencia correcta. El progreso material y tecnológico es simplemente el resultado de la obediencia al Creador pues nadie es más apto para decirnos cómo vivir que quien nos creó y sabe de qué nos creó.
A diferencia de quienes no entienden el monoteísmo, los derechos del creador sobre sus creaturas, ni el propósito para el que fuimos creados: nosotros no perseguimos el progreso material, económico, tecnológico, etc. Eso ciertamente no es lo que nos motiva por las mañanas al despertar. En todo caso, lo que los musulmanes perseguimos es la adhesión de nuestras vidas (como individuos y sociedades) a aquello que Allah subhana wa ta’ala ha revelado: el Islam. Y sabemos precisamente que en la aplicación de Su guía encontraremos el equilibrio, la justicia, y las mejores circunstancias para vivir bien y ser felices. Por otro lado el progreso del que tanto se jactan los países del primer mundo, ha probado ser ineficaz no sólo en la satisfacción de las necesidades humanas como las que tienen que ver con el espíritu o las emociones; también es totalmente irrelevante en nuestra preparación para la muerte y para el día del Juicio.
En el sistema capitalista que es hoy por hoy el sistema que nos rige, todo gira alrededor del capital y la generación de más capital. Al individuo se le “aprecia” según la utilidad económica que se desprenda de su trabajo y según su poder de compra (es decir según lo que pueda gastar). No es casualidad que al progreso se le asocien valores como la libertad individual (individualismo) y la competitividad en oposición a los valores familiares y de hermandad, pues el individuo aislado tendrá mayor tiempo para seguir trabajando e intentará compensar sus necesidades afectivas a través del consumo. A diferencia del Islam, el capitalismo niega la dimensión espiritual y emocional del ser humano y sólo le importa su dimensión económica: ¿vale entonces la pena que los musulmanes persigamos ese tipo de progreso?
Por otro lado, bajo la aplicación de ideas y sistemas no islámicos, la evolución de las sociedades ha tenido más de una cara. En el aspecto económico por ejemplo, vemos el enriquecimiento de algunas naciones a costa de la explotación de otras. Mayor acceso a mercancías, a préstamos e hipotecas al mismo tiempo que sufrimos de mayor endeudamiento y mayor opresión política. En el aspecto moral, vemos que los individuos han ganado más libertades y al mismo tiempo más aislamiento social: desintegración familiar, hogares unipersonales, soledad, depresión, suicidios etc. En el aspecto tecnológico más automatización pero con esto mayor desempleo y menos valoración de la vida humana. En el aspecto político también dicen haber ganado mayor libertad de expresión y democracia, sin embargo sus sistemas están plagados de corrupción e impunidad. Y de esto último la gente ya se está dando cuenta. En este año (2011), miles, incluso en Estados Unidos y Europa, han salido a las calles a manifestarse sin embargo sus demandas permanecen sin ser tomadas en cuenta. En realidad la democracia no les ha servido para tener líderes que los representen verdaderamente y encima de eso ya hay quienes se están dando cuenta de que en realidad la democracia está de hecho produciendo oligarquías.
En contraste, a lo largo de los 13 siglos durante los cuales los musulmanes vivieron bajo el califato, aunque existieron algunas revueltas en contra de algunos líderes corruptos, no existió nunca una manifestación masiva en contra del sistema emanado de la sharia en sí. Bajo la sharia los musulmanes disfrutaban de la distribución del zakat y por lo tanto de la ausencia de grandes brechas entre ricos y pobres y los rencores asociados a éstas. Disfrutaban de educación, servicios médicos, defensa legal, un sistema económico no basado en la usura y del derecho de someter a rendición de cuentas a sus gobernantes y de removerlos si así procediera. Además y muy en contraste con lo que tenemos hoy, tenían autoridades e instituciones que hacían valer sus derechos islámicos y un ejército que los defendiera de los no musulmanes. Un ambiente donde era fácil guardar la modestia y evitar las grandes transgresiones. Sin la venta pública de vinos y estupefacientes y sin la exposición constante a la desnudez, los musulmanes podían invertir su intelecto en actividades más productivas y honorables como la ciencia, las artesanías, etc.
De hecho más allá de las traiciones internas, el califato comenzó a debilitarse cuando bajo la presión de las incursiones “misioneras” y militares de occidente, empezaron a incorporarse ideas ajenas al Islam en los ámbitos legales y políticos especialmente. El legado de esas innovaciones persiste hasta nuestros días y queda para reflexión de todos nosotros materializado en la desigualdad social que se vive en Arabia Saudita, en la opresión que se vive en Siria o Yemen, en la pobreza de Pakistán, en la ocupación de Palestina, etc. Si queremos cambiar nuestra condición no será a través de la democracia como los occidentales pretenden. Viendo el caso de Irak y de Afganistán ahora mismo podemos darnos una idea de a quién serviría una democracia implantada en el mundo islámico. Hasta ahora de todos los sistemas no islámicos que los musulmanes han probado todos han fallado en proporcionarle a la gente buenos gobiernos que sean auditables, transparentes y que trabajen por sus intereses. Será si Allah quiere, cuando sigamos lo que Él ha revelado que Él nos devuelva el favor de un mejor “progreso” para esta y para la próxima vida.
“Alif. Lâm. Râ'. Éste es el Libro que te hemos revelado para que saques a los hombres de las tinieblas a la luz, por la voluntad de tu Señor, y les guíes hacia el sendero de Allah, Poderoso, Loable”. (Surah Ibrahim:1)
Lecturas y documentales recomendados
Islam: Imperio de Fe
When the moors ruled Europe
The Rise and fall of Islamic Spain (KPBS)
http://www.1001inventions.com/ La exposición se encuentra actualmente en Los Ángeles Ca.
Human Rights in Islam, and common misconceptions. Conveying Islamic Message Society. Egypt. Libro de distribución gratuita: www.islamic-message.net también disponible en español.