Cuando uno escribe sobre la muerte de alguien como el coronel Gadafi no sólo está escribiendo sobre el fin de una vida, sino también sobre la lucha y la transición por la que atraviesan quienes le sobreviven: libios, musulmanes y hasta no musulmanes en todo el mundo. Podría decirse que la importancia de su muerte es proporcional al tamaño de las reservas de petróleo y gas del territorio libio, sin embargo podría ser mucho más.
En un mundo empachado de impunidad y corrupción donde muchos viven creyendo que pueden transgredir sin recibir jamás un castigo, las revolucione árabes tienen que ser un recordatorio de que ¡no hay status quo que dure por siempre! Y aunque es una lección similar a la que relata el Corán acerca del faraón de Egipto que murió ahogado mientras perseguía a los hijos de Israel, esta es una de nuestros tiempos y ¡nadie puede negarla! Inshaallah por esa razón no puede quedarse fuera de nuestras conversaciones de dawah.
Al correr de los años, los seres humanos han adoptado con mucha convicción ideas falsas con respecto a la libertad al grado que creemos que somos libres de hacer lo que queramos pues al fin y al cabo no existe la justicia: mientras puedas pagar o intercambiar algunos “favores” ¡tus crímenes quedarán impunes! Esa es la mentalidad que prevalece y por otro lado, aunque no estemos dispuestos a admitirlo, también nos hemos olvidado de nuestra mortalidad o al menos de nuestra incesante pérdida de vida. La prueba de esto es que la gente vive “el momento” al “máximo” y escasamente se preparan para el mañana…mucho menos para la muerte.
Por vivir cada momento como si fuera el último la gente se involucra en sexo fuera del matrimonio, en grandes deudas para poder comprar un auto o una casa y en negocios ilícitos que “pagan” rápido. Pocos están dispuestos a esperar y a sostener un estilo de vida austero; las masas se apresuran todo el tiempo haciendo así sólo más corto el camino a su perdición. Por muchas décadas han tenido los ejemplos de cientos de celebridades, artistas, actores, cantantes de todo tipo que suben a la cima del “éxito” de manera muy rápida. También han tenido el ejemplo de inescrupulosos hombres de negocios que consolidan imperios siendo aún jóvenes. Y por si fuera poco la industria del cine y los medios masivos en general no han hecho otra cosa sino glorificar las “profesiones” que requieren menos esfuerzos y generan mayores dividendos (y que más corrompen a la sociedad). Por eso abundan las películas sobre “play boys”, apostadores, espías, mercenarios, políticos, abogados, bailadoras exóticas, etc. En contraste vemos pocas películas que enaltezcan oficios como los de enfermeras, carpinteros, cocineros, ingenieros etc.
Pues bien, ahora es un buen tiempo para dirigir la atención de la gente hacia la realidad de ejemplos como Britney Spears, Boy George, Saddam Hussein y por supuesto, como el del coronel Gadafi. Tal pareciera que a todos ellos se les olvidó que ni la juventud ni el poder son eternos. También se les olvidó que el mundo no gira alrededor de nadie y que todas nuestras decisiones están constreñidas a una dinámica de causa y efecto de la que nadie puede escapar. Que poco común es el sentido común pues ¿no acaso es increíble que se nos olviden estas verdades tan simples y tan fundamentales sobre nuestra condición humana? ¿No es acaso una aberración que se nos olvide que somos parte de un todo, que en realidad no somos autosuficientes pues necesitamos cosas externas a nosotros mismos y que por consecuencia dependemos de quien creó todas nuestras provisiones?
Lo preocupante del caso es que no hace falta ser ni una celebridad ni un dictador: las mayorías vivimos como si de verdad el mañana no fuera a llegar y como si nuestros actos no fueran a tener ninguna consecuencia. ¿Y por qué si sabemos que tenemos que pagar por muchas cosas, pensamos que la vida, la salud y otras cosas son gratis? El orgullo y la estupidez van de la mano. Inshaallah que este ejemplo de Gadafi sea incluso usado por los padres de familia para mostrarles a sus hijos que incluso después de mucho tiempo los opresores pueden recibir su castigo. Inshaallah este sea un ejemplo para los otros gobernantes del mundo, para que recuerden que la gente aún puede rebelarse y para que piensen cómo quieren morir, si quieren tener un funeral o que sus cuerpos sean desechados como basuras.
Y sobre la lucha de quienes lo combatieron, alhamdulilah ésta sigue si Allah quiere, motivando a millones alrededor del mundo a que castiguen a los injustos pues tal vez ya se habían resignado a vivir “sometidos” por el resto de sus vidas. Pero la lucha de los musulmanes es ahora como lo fue hace siglos, un viento de esperanza para todos los oprimidos del planeta. Y si Allah subhana wa ta’ala quiere, estamos de regreso para establecer la justicia y liberar a la humanidad de esas deidades falsas que los subyugan aunque ellos ni lo sepan. Sólo el Islam tiene la capacidad de velar por los derechos de todos y de evitar la opresión de unos sobre otros. Mientras otras ideologías favorecen a unos u otros grupos, sólo el Islam le devuelve la autoridad a Allah y cuando sean sus leyes las que gobiernen y no los deseos de los hombres entonces habrá paz. ¿Por qué hemos de darle la autoridad para legislar a otros mortales como nosotros, siendo Él alabado sea, el mejor de los jueces (ahkamu’l hakimin)? . Que Allah nos prevenga del shirk que hay en transferir sus más bellos atributos a otras creaturas. Amin.