20/2/12

La necesidad de restaurar a los salaf

Para efectos de la siguiente reflexión usaré la palabra “salaf” para referirme a los sahaba, a los seguidores de los sahaba (Tabi'in),  y a los seguidores de los seguidores de los sahaba (Tabi a Tabi'in). En realidad no me referiré a la totalidad de musulmanes que constituyen  las tres primeras generaciones de musulmanes sino únicamente a los musulmanes  que conformaron esa cadena de transmisión del conocimiento islámico.

Personalmente, he conocido a gente muy distinta, con ideas y maneras de practicar el din diferentes y que sin embargo claman seguir la metodología de los salaf. No se percibe unidad y en ese sentido es difícil hablar de una secta como tal. Hay quienes se dicen salafis, y abiertamente así se identifican; los hay también quienes dicen que eso no se dice pero que se intenta ser; los que se dicen salafis y promueven  la yihad y los que se dicen salafis pero condenan la yihad; los que se dicen salafis y se apegan a la escuela de jurisprudencia de Imam Ahmed; los que se dicen salafis y no siguen ninguna escuela en particular”. Los que con sus veredictos favorecen a los incrédulos y los que con sus veredictos intentan contribuir a la causa de Allah. Los que intentan perpetuar a los gobiernos ilegítimos en el poder y los que en cambio intentan restablecer la sharia en tierras musulmanas.

Admitir que la mejor manera de praticar el din es imitando a los salaf no es ningún problema, hay hadices que así lo indican y además es lo que tiene más sentido pues sabemos que aquellos que aprendieron directamente de Muhammad (sallahu aleihi wa salaam) son los que tuvieron el mejor maestro. El problema surge cuando conocemos personas que claman ser salafis pues nos hacen pensar que entonces los sahabas, sus seguidores y los seguidores de éstos ¡fueron como ahora son ellos! ¡Pero qué mal “retrato” pueden ser!

Esto ocasiona que muchos terminen siguiendo a estos fallidos imitadores en lugar de seguir los ejemplos auténticos o se frustren y dejen el Islam del todo.Si pensamos en los nuevos musulmanes que viven en tierras de incrédulos y que no tienen otros musulmanes de carne y hueso como modelos a seguir, el efecto ha probado ser devastador.

Quien esté intentando ser  musulmán quiere tener una buena idea, una buena referencia de cómo fueron esos musulmanes ejemplares que seguían el Corán y la sunnah. No malas copias que pongan en duda la validez del Islam como el modo de vida revelado por Allah subhana wa ta’ala.

Y que uno se presente ante los demás como salafi y que diga que sigue el ejemplo de los salaf está jugando con fuego pues en realidad se ha echado a hombros una enorme responsabilidad, la responsabilidad de honrarlos y de preservar su credibilidad.

Los salaf no fueron como cualquier persona. Allah el todo sabio en su perfecto conocimiento del futuro los designó a ellos y no a otros como los compañeros del Mensajero y por ende les dio también parte en esa misión profética. Dar una mala imagen de ellos es poner en tela de juicio las enseñanzas islámicas transmitidas de Allah al Mensajero y del Mensajero a sus sahaba y de los sahaba a la humanidad.

Cuando alguien habla mal de uno de los compañeros, ya sea criticando su carácter o incluso su aquidah, está arrojando dudas no sólo en ese compañero en específico ¡sino también en los cientos o en los miles de hadices que él haya narrado! Si quieres dañar el mensaje, destruye la credibilidad de los mensajeros…así de simple.

Entre las muchas contradicciones en las que caen algunos de los que se identifican como salafis es que en primer lugar no usan la palabra “salafi” como la usaron los salaf. Los salaf no le daban prioridad al término “salafi” sobre el término “musulmán” y fueron en realidad más los estudiantes del conocimiento que les siguieron a ellos, y no ellos mismos, quienes se identificaron como salafis algunas veces y NO como norma, en sus publicaciones. Es sólo algo nuevo que incluso conversos que tienen días en el din ya se llamen a ellos mismos “salafis”.

Por otro lado aunque muchos de los que se dicen salafis admiten que hay que tomar conocimiento de los salaf…adoptan normalmente posiciones en fiqh o en aquidah que son contrarias a las enseñanzas de los predecesores bien guiados. Paradójicamente desprecian las metodologías y los veredictos de los verdaderos salaf como  Imam Abu Hanifa, Malik, Shaafi e incluso de Imam Ahmad para tomar en cambio, las fatwas de sabios actuales que no los igualan ni en conocimiento ni en logros. Igualmente peligroso para la ummah es cuando ellos mismos a partir de  la traducción de un hadiz o de un verso del Corán hacen sus propios veredictos, porque según ellos el taqleed no es de los salaf. Pero así piensan porque ya ellos mismos se confundieron y se olvidaron o no saben que hay diferentes tipos de taqleed.

Por supuesto que la palabra “salaf” en origen tiene connotaciones muy buenas dado que todos los musulmanes aspiramos al mismo tipo de recompensas en el ajira que ellos tendrán inshaallah. Naturalmente todos quisiéramos participar de sus méritos, pero no debemos ascribirnos a  los “salaf” para sentirnos superiores a los demás; más bien debemos tener la intención de igualarles en sacrificio, creencia y buenas obras. En realidad llamarse a sí mismo salafi refleja más lo que queremos que lo que en realidad somos. Inshaallah para evitar frustraciones con la gente que nos puedan alejar de Allah hay  que recordar constantemente que no todo es lo que parece, que apariencia y realidad a veces están divorciadas.

El primer paso para ponerse detrás de los salaf es conocerles, conocer sus acciones, las pruebas que enfrentaron, las decisiones que tomaron, los sacrificios que hicieron y como implementaron ellos en su día a día las enseñanzas del Corán y de la sunnah. También lo sería leer sus libros, sus veredictos, las metodologías  que desarrollaron y las que siguieron. Estudiar sus biografías además de inspirarnos y de ayudarnos a comprender la práctica del Islam, nos alejará inshaAllah de la arrogancia en la que caemos cuando nos asociamos con ellos sin estar a su nivel.

Pensemos en sus méritos  antes de caer en la tentación de si quiera pensar que los estamos imitando porque eso podría no ser verdad. Ellos dejaron a sus familias, renunciaron a sus riquezas, viajaron a lugares lejanos y desconocidos para ellos, a lomo de camello o de caballo. No sucumbían ante la comida y las comodidades que nosotros ahora tenemos. Estaban completamente desentendidos de la usura, no cuestionaban el din, amaban a los otros por amor a Allah. La yihad no les asustaba, todo lo contrario y el tiempo, todo lo gastaban en la causa de Allah. Ellos fueron los que memorizaron  cientos de miles de hadices, el Corán completo, los que se opusieron a los gobernantes corruptos, los que pasaron horas transcribiendo el Corán…a mano. Subhanallah no puede ser sino EGO e ignorancia lo que nos motiva a asociarnos con ellos. ¿Por qué no conformarnos con llamarnos simplemente “musulmanes”? ¿Por qué esa necesidad de sobresalir de entre las mayorías? ¿No acaso nuestras obras son sólo para Allah y lo que la gente crea está de más? Inshaallah respetemos y honremos los méritos ajenos.

Para concluir diré que obviamente entre toda esa “multicolor” gama de individuos, libros, sitios web, mezquitas, etc. que se suscriben a la metodología de los salaf, los hay los líderes y los hay los seguidores. Y la responsabilidad de los primeros no es como la de los segundos. De ahí que es injusto juzgar a todos por igual, aplaudirlos  o condenarlos por igual. Y que cada generación de musulmanes tiene que enfrentar pruebas diferentes, alhmdulilah con las tribulaciones de nuestro tiempos aún podemos ganarnos un buen lugar en el yannah si Allah quiere.