1/9/11

Invitar al Islam es una prueba

 Assalam aleikum

He copiado tal cual algunos pasajes de la vida de Muhammad (saw) en lo que podemos ver la dificultad con la que tuvo que lidiar una vez que Allah (swt) le ordenara hacer pública la predicación del Islam. Sin embargo, su temor por Allah (swt) fue mayor que el temor a los ataques y el desprecio de la gente. La dawah no es una tarea fácil, algunos escucharán con respeto el mensaje y otros simplemente nos agrederán. Hay que estar preparados para todo: para agresiones físícas, verbales, calumnias, sabotaje etc. De ahí que además de conocimiento se requiera de un entrenamiento especial y una muy fuerte personalidad musulmana, paciencia, amor por el din, compasión por la gente y odio por todo aquello que Allah odia también.

Proclamando la Verdad y la reacción de los Paganos

La voz del Profeta  se mantuvo resonante en La Meca hasta que la siguiente aleya fue revelada:
(Declara pues lo que se te ordena, y apártate de los idólatras.) [15:94]
Luego de esto el Mensajero de Allâh comenzó a proclamar la invitación al Islam en las reuniones y asambleas de los idólatras. Les recitaba el Libro de Allâh  diciéndoles lo mismo que los Mensajeros anteriores decían a sus pueblos:

(¡Gente! Adorad a Allâh, fuera de Él no tenéis otro Dios.) [7:59]

Luego comenzó a adorar y alabar a Allâh abiertamente ante los ojos de su pueblo, rezando en voz alta en el patio de la Ka'bahh  durante el día. Luego comenzó a desacreditar las supersticiosas prácticas paganas, revelando sus reales errores, dándoles concretas pruebas de que la idolatría en todos sus ámbitos aunque se use para acercarse a Allâh a través de ella es una absoluta falsedad.

Todo esto daba como resultado que la aceptación al llamado se incremente ingresando la gente a la religión de Allâh . Esto trajo enemistad entre los islamizados y sus parientes paganos, haciendo que la tribu de Quraish se disguste con lo que estaba pasando.


Una asamblea de consulta para impedir que los peregrinos respondan a la invitación de Muhammad

Durante esos días los Quraishíes tuvieron un serio tema de preocupación; la proclamación del Llamado islámico tenía unos pocos meses de antigüedad cuando faltaba poco para la temporada de la Peregrinación. Quraish sabía que las delegaciones árabes vendrían en poco tiempo. Entonces acordaron que era necesario contemplar un ardid que impida a los peregrinos árabes acercarse a la nueva creencia que predicaba Muhammad . Fueron a ver a Al-Ualîd Ibn Al-Mugîrah para deliberar al respecto. Al-Ualîd los invitó para que se pusieran de acuerdo en una resolución que gozara con la aprobación de todos. Sin embargo había discrepancias entre ellos. Algunos sugirieron decir que Muhammad era un adivino, pero desistieron porque su prédica no eran palabras que usaran los adivinos. Otros propusieron que se le acuse de ser un poseído, pero también fue dejado de lado porque no había ninguna insinuación peculiar de ese estado mental que se  manifieste; otros dijeron: “¿Por qué no lo acusamos de ser un simple poeta?”. Tampoco lograron ponerse de acuerdo, ya que sus palabras estaban fuera del léxico usado por los poetas. Una cuarta propuesta fue acusarlo de brujo. Pero aquí Al-Ualîd mostró su desacuerdo alegando que nunca se le había conocido que practicara la brujería, y admitió que las palabras que recitaba dejaban un dulce sabor en el espíritu y el corazón. Él, sin embargo, encontró que lo más apropiado para perjudicar a Muhammad era acusarlo de hechicero. La malvada asamblea acordó adoptar esta postura para así propagar que se trataba de un hechicero tan poderoso y conocedor de su técnica que era capaz de dividir al hijo de su padre, al hombre de su hermano, a la esposa de su marido y a la gente de su clan.[1]

Es notorio destacar que Allâh  reveló dieciséis aleyas con respecto a Al-Ualîd y el astuto método que emplearía para manipular a la gente que asistiría a la La Meca para peregrinar. Dijo Allâh :
(Ha reflexionado y meditado su respuesta; que muera ¿cómo ha podido premeditar así?; ¡que muera por cómo ha premeditado! Y después ha examinado; y luego ha fruncido el ceño y se le ha mudado el semblante; y luego ha dado la espalda y se ha llenado de soberbia; y ha dicho: esto no es más que magia aprendida; es sólo la palabra de un ser humano.) [74:18-25] [2]

A pesar del complot, el Mensajero de Allâh visitaba a la gente durante la peregrinación, los acompañaba a sus campamentos en ‘Ukâz, Maÿanah y Dhul-Maÿaz para invitarlos a que adoren únicamente a Allâh . Abu Lahab seguía al Profeta gritando: “No le presten atención porque es un mentiroso, y un renegado”. Sin embargo Muhammad provocó conmoción con su prédica y algunos pocos aceptaron su invitación al Islam.[3]


Los esfuerzos realizados para detener el avance del Islam

Habiendo percibido que Muhammad  jamás abandonaría su misión, Quraish, en un desesperado intento de extinguir el mensaje del Islam, recurrió a otro método bajo e infame:

1. Burlar, degradar y ridiculizar a los nuevos islamizados en general y a la persona de Muhammad en particular, con el propósito de desmoralizar y disminuir su fervor religioso. Solían acusar al Profeta de ser un hombre poseído por un genio, o de que estaba loco:

(Y decían: Oh  (Muhammad ) tú que has recibido el recuerdo (el Corán)! Realmente eres un poseso.) [15:6]
Lo acusaban de ser un mentiroso que practicaba la brujería:

(Se extrañan de que les haya llegado un advertidor que es uno de ellos; y dicen los que se niegan a creer: Este es un mago farsante.) [38:4].

Sus miradas hacia él eran fulminantes como si quisieran destruirlo o perturbarlo para desestabilizarlo e intimidarlo. Usaron toda clases de apelativos para insultarle: “loco”, “poseído por el demonio”, y demás epítetos:

(Casi te derriban con sus miradas, los que se niegan a creer, cuando oyen el recuerdo, y dicen: Es un poseso.) [68:51]

Entre los primeros que abrazaron el Islam había un grupo que desafortunadamente no contaba con un clan poderoso que los defienda. Estas personas inocentes eran ridiculizadas e insultadas. Haciendo referencia a esta clase de gente la elite aristócrata de Quraish solía preguntarle con ironía y sarcasmo al Profeta :
(¿Son estos a quienes Allâh ha favorecido de entre nosotros?) [6:53]

Allâh dijo:

(¿Es que acaso Allâh no conoce mejor a los agradecidos?) [6:53]
Son como aquellos que Allâh  nos informó:

(Ciertamente los que cometían maldades se reían de los Creyentes; y cuando pasaban a su lado se hacían guiños entre ellos (burlándose); y cuando regresaban a su familia lo hacían divertidos; y cuando los veían decían: ‘¡Ciertamente! ¡Estos están extraviados!’ Pero ellos (los incrédulos, pecadores) no habían sido enviados como guardianes suyos (de los Creyentes).) [83:29-33]

  2.  Distorsionar las enseñanzas de Muhammad , invocando ambigüedades, circulando falsas acusaciones; restándole importancia a su doctrina, persona y moral. Respecto al Corán, solían decir:

(Son leyendas de los antepasados, que él (Muhammad ) manda a escribir, y que le dictan mañana y tarde.) [25:5]

Afirmaban que el Corán no era una verdadera Revelación:

(Esto (el Corán) no es nada excepto una mentira que  él (Muhammad ) inventó, y otros lo ayudaron para hacerlo.) [25:4]

Clamaron:

(Solo es un ser humano el que le enseña.) [16:103]

También elevaron otra infundada y superficial objeción:

(¿Por que este Mensajero (Muhammad ) se alimenta y camina en los mercados (como nosotros mismos)?) [25:7]

El Noble Corán refutó estas acusaciones, explicando que las palabras del Profeta eran Revelación procedente del Señor más poderoso y su naturaleza y contenido demostraban un  prominente desafío para aquellos que le atribuían a las expresiones Proféticas un origen inferior, o pensamientos de un reformador soñador, o un endemoniado poeta, o las incoherentes tonterías de un hombre loco.

3- Comparar al Corán con la mitología antigua para poder distraer a la gente de las Palabras de Allâh . Se narra que An-Nadr Ibn Hâriz fue a Hirâh donde se familiarizó con las tradiciones de los reyes de Persia y las anécdotas de personajes como Rustum y Asphandiar, y luego retornó a La Meca. Aquí siempre seguía los pasos del Mensajero para cualquier reunión en que este iba a predicar la nueva creencia y a advertir sobre la ira de Allâh . An-Nadr luego de que hablaba el Profeta le narraba a la misma audiencia largas historias de los personajes de Persia. Siempre aprovecharía para hacer una pregunta engañosa a su audiencia: si no sobrepasaba a Muhammad . [1]. Ibn ‘Abbâs contó que An-Nadr solía comprar sonetos para que a través de su encanto y seducción se alejen del Islam aquellos que estaban desarrollando el menor apego al Profeta ; al respecto Allâh reveló:

(Y de entre la gente hay quienes compran palabras frívolas para desviar del camino de Allâh.) [31:6][2]


Persecuciones

En el comienzo del cuarto año del Llamado, por un período de algunos meses, los paganos sumarían tácticas violentas a las ya mencionadas arriba.
Cuando se dieron cuenta de que no podían detener al movimiento islámico sin perseguir a sus seguidores y torturarlos, programaron otra reunión. Esta vez después de consultarse entre ellos, acordaron perseguir y torturar a los musulmanes para que abandonen su religión. Cada líder se encargaría de perseguir a cualquier miembro de su tribu que perteneciera a la religión islámica.

Siempre que Abu Ÿahl  se enteraba de la islamización de alguien de noble origen que tenía poderosos amigos, degradaría su prudencia e intelecto, cuestionaría su sano juicio y lo intimidaría con crueldad. Si el musulmán era débil en términos sociales, lo golpearía brutalmente y lo sometería a inexplicables torturas. [1]
El tío de 'Uzmân Ibn 'Affân  solía envolver a 'Uzmân en un manto de hojas de palmeras y prendía fuego debajo de él. [2] Cuando Umm Mus‘ab Ibn ‘Umair se enteró de la islamización de su hijo le privó de alimentos y luego lo echó de su casa. Él solía tener una vida muy placentera pero debido a todo lo que le hicieron sufrir su piel se arrugó y podía verse el dolor en su aspecto. [3]

Bilâl, el esclavo de Umaiah Ibn Jalaf, fue severamente castigado y golpeado por su dueño cuando este se enteró de su islamización. A veces una cuerda era atada a su cuello y la daba a los niños para que tiren de él y lo arrastren por las calles y los suburbios de La Meca. Se lo privaba por mucho tiempo de alimentos y bebidas. En una ocasión saltaron encima de él durante la hora más calurosa y lo dejaron en el valle de La Meca. Luego Umaiah colocó una enorme piedra sobre su pecho y le dijo: "Por Allâh no me detendré hasta que mueras o abandones y niegues a Muhammad y adores a las divinidades Al-Lat y Al-‘Uzza." A pesar de su sufrimiento y dolor Bilâl decía solamente: "Uno, Uno", Abu Bakr al pasar por el lugar se conmovió  y lo compró para liberarlo de su esclavitud.[4]

Otra víctima de las atrocidades hechas por Quraish fue ‘Ammâr Ibn Iâsir un esclavo emancipado de Bani Majzûm. Él, junto a sus padres, había aceptado  tempranamente el Islam. Repetidas veces fueron recostados en el suelo, sobre la arena caliente, y golpeados brutalmente. El Profeta  pasó una vez mientras estaban siendo torturados y les dijo:

“¡Oh familia de Iâsir! Sed pacientes y perseverantes, ciertamente tendréis vuestra morada en el Paraíso.”
 Iâsir, el padre, murió a causa de las constantes torturas. Sumaiah, la madre de ‘Ammâr fue asesinada por Abu Ÿahl, y de esta forma mereció ser llamada la primer mujer mártir del Islam. ‘Ammâr mismo fue sometido a innumerables clases de torturas con el fin de que reniegue de Muhammad y adore a Al-Lat y ‘Uzza. En un momento de debilidad, deslizó palabras que complacían a los incrédulos aunque su corazón sentía lo contrario y nunca se desvío, más tarde se lo mencionó al Profeta , y este lo consoló por su dolor y confirmó su fe. Inmediatamente el siguiente versículo fue revelado:

(Quien reniegue de Allâh después de haber creído, excepto que haya sido forzado mientras que su corazón permanezca tranquilo en la creencia.) [16:106][5]

Abu Fakih Aflah, un esclavo emancipado de Bani ‘Abd Ad-Dâr fue otra de las desafortunadas víctimas. Los politeístas de La Meca solían tenderlo en la abrasadora arena y le colocaban una piedra para que no pudiera  moverse dejándolo en esta situación hasta que perdía el conocimiento. También solían atar sus pies con una cuerda para arrastrarlo hasta que pensaban que estaba muerto. Abu Bakr pasó cuando lo estaban torturando y compró su libertad por la causa de Allâh .[6]

Jabbâb Ibn Al-Arat era el esclavo de Umm Anmar bint Saba‘Ÿuza‘yah. También una víctima fácil de similares injusticias que le acaecían en toda posible ocasión. Experimentó dolorosas torturas y maltratos. Era tomado del cabello y arrastrado al fuego y no cesaban hasta quemarle su espalda. [7]

Hasta las mujeres islamizadas no se salvaron de las atrocidades, siendo la lista muy larga para incluir a todas. Zanirah, An-Nahdiah y su hija, Umm ‘Ubais y muchas otras fueron víctimas de las persecuciones por parte de los opresores.[8]

Abu Bakr, un creyente rico, compró y liberó algunos de estos esclavos, como hizo con Bilâl y ‘Amir Ibn Fuheirah.

Los paganos también tiraban a los musulmanes en corrales de camellos y ganados para luego arrastrarlos cuando calentaba más el sol. Les ponían armaduras de hierro a algunos de ellos con pesadas piedras para que sufran más al sol.[9] A todo aquel que se conocía su islamización se lo sometía a rigurosas torturas y persecuciones.

No les fue fácil dañar al Profeta porque tenía tanta solemnidad, magnaminidad y excelente carácter que frenaría hasta a sus enemigos de cometer cualquier atropello hacia él . También contaba con la protección de Abu Tâlib, su tío, que pertenecía a una noble familia y que tenía un respetable clan para asistirlo. Esta situación les causó gran preocupación a los paganos que ya estaban perdiendo la paciencia y no toleraban que este movimiento se encamine a anular su culto pagano y su temporal autoridad sobre la La Meca.


Las atrocidades cometidas contra el Profeta

Abu Lahab tomó la iniciativa en la nueva escalada de persecuciones, y comenzó a realizar toda clase de acciones malignas, aberrantes y dañinas contra Muhammad . Empezando por arrojarle piedras, obligando a sus dos hijos a que se divorcien de sus esposas Ruqaia y Umm Kulzûm, hijas del Profeta [1], festejando la muerte de su segundo hijo llamándolo ‘el hombre que no tiene descendencia’[2] y persiguiéndolo durante las temporadas de peregrinación y en reuniones, como mencionamos anteriormente, para injuriarlo y desmentirlo, poniendo a los beduinos en contra de su persona y su Llamado. Târiq Ibn ‘Abdullah Al-Muarabi narró que no se contentaba solamente con insultarlo sino que lo apedreaba hasta que sus tobillos sangraban. [3]

Su esposa, Umm Yamîl bint Harb, la hermana de Abu Sufián también participó de esta cruel campaña. Probó no ser menos que su marido en la enemistad y odio hacia el Profeta . Solía atar manojos de espinas con sogas hechas de fibra de palma para esparcirlas sobre las rutas que el Profeta se esperaba pasara, de modo tal que fuera dañado. Era una malvada mujer de muy mal carácter que insultaba, especialista en ardides para dañar y provocar discordias y sediciones. Merecidamente el Noble Corán la llama: "la portadora de la leña para el fuego (del Infierno)". Cuando se enteró de esto fue hacia la Ka'bahh con un puñado de piedras para arrojárselas al Profeta pero Allâh   impidió de que ella lo vea y solo pudo ver a Abu Bakr que estaba sentado al lado del Profeta . Dirigiéndose a Abu Bakr audazmente tratando de romperle la boca con sus piedras recitó en forma de verso un desafiante y ofensivo relato: “Hemos desobedecido al despreciable, negado su Prédica, y nos alejamos de su religión.” Cuando se marchó; Abu Bakr preguntó al Profeta sobre el asunto. El Profeta dijo:

“Ella no me vio. Allâh le impidió que me viera.”[4]

Abu Bakr Al-Bazzâr también registró esta historia, pero en su versión narra que cuando se detuvo ante Abu Bakr dijo: “Oh Abu Bakr! Hemos satirizado a tu compañero.” Abu Bakr le contestó: “¡No, por el Señor de esta construcción (La Ka'bahh)! Él no ha inventado nada ni recita poesías.” Ella respondió: “Has dicho la verdad.”

Abu Lahab y su familia solían infligirle vergonzosos daños y torturas a pesar de ser parientes del Profeta, él era su tío y vivía muy cerca de él. De un modo similar muchos vecinos se comportaron mal con el Profeta a veces estando él en su propia casa.

Ibn Ishâq dijo: “El grupo que solía dañar al Mensajero de Allâh en su casa incluía a Abu Lahab, Al-Hâkim Ibn Abi Al-‘As Ibn Umaiah, ‘Uqbah Ibn Abi Mu‘it, ‘Adi Ibn Hamra’ Az-Zaqafi e Ibn Al-Usda’ al-Hadhli. Estos eran sus vecinos y no estaba a salvo de ninguno de ellos excepto de Al-Hâkim Ibn Abi Al-‘As. Uno de ellos tiró el estómago de una oveja sobre el Profeta  mientras este rezaba y otro lo hizo sobre su olla. Luego el Mensajero de Allâh rezó atrás de una roca para que no pudieran verlo. Cuando tiraban esas cosas las removía con un pedazo de madera cerca de la puerta y decía:

“¡Bani ‘Abd Manâf! ¿Qué clase de trato es este?”

Luego las tiraba  a la calle. [5]

Al-Bujâri citó que Ibn Mas'ûd  narró: “Una vez, el Profeta se encontraba rezando cerca de la Ka'bahh. Abu Ÿahl estaba sentado junto a algunos amigos. Uno de ellos dijo: ‘¿Quién de vosotros pondría en la espalda de Muhammad intestinos de camello, cuando se prosterne?’ el más desgraciado de ellos (‘Uqbah Ibn Abu Mu‘it) se levantó y procedió. Esperó que el Profeta se prosternara para ubicar los intestinos sobre su espalda en medio de sus hombros. Estaba yo observando pero no pude hacer nada. Hubiese deseado tener algunas personas para que me ayuden contra ellos. Empezaron a burlarse y reír. El Mensajero de Allâh estaba prosternado y no se levantó de su posición hasta que vino su hija Fátima y removió lo que se encontraba sobre su espalda. Entonces levantó su cabeza y dijo tres veces:

‘¡Oh Allâh! Destruye a (los  infieles de) Quraish.’

Esto preocupó a Abu Ÿahl y a sus compañeros debido a que estaban convencidos de que los ruegos eran aceptados en esta ciudad (La Meca). El Profeta dijo:

‘¡Oh Allâh! Destruye a Abu Ÿahl, ‘Utbah Ibn Rabi‘a, Shaibah Ibn Rabi‘a, Al-Ualîd Ibn ‘Utbah, Umaiah Ibn Jalaf, y a ‘Uqba Ibn Abi Mu‘it…’

Por Allâh en cuyas manos está mi vida,  vi a todos los que el Profeta nombró muertos en Qalib (uno de los valles de) Badr.” [6] 

La séptima persona era ‘Amarah Ibn Al-Ualîd. [7]

Umaiah Ibn Jalaf calumniaba al Mensajero de Allâh siempre que lo veía. Allâh  reveló acerca de él:
(Guay de todo aquel que difama y murmura.) [104:1]

Ibn Hishâm dijo: “Al-Humazah es aquel que ridiculiza públicamente a una persona… y Al-Lumazah es aquel que secretamente manifiesta los defectos de la gente y los calumnia.” [8]

‘Uqbah Ibn Al-Mu‘it, el hermano de Umaiah,  una vez presenció una disertación del Profeta y lo escuchó predicando el Islam. Un amigo cercano, Ubai Ibn Jalaf, escuchó sobre esto, entonces reprochó a ‘Uqbah y le ordenó escupir en el rostro del Mensajero de Allâh , cosa que hizo. Ubai no dudó en dañar cuando podía al Profeta ; hasta recogió unos viejos huesos descompuestos y sopló su polvo sobre él. [9]

Al-Ajnas Ibn Shuraiqi Az Zaqafi solía desacreditar el carácter del Profeta durante las reuniones. El Noble Corán, en referencia directa a la reprobable acción de este hombre, le adjudicó nueve atributos:
(Y no obedezcas a ningún vil jurador, difamador que extiende la maledicencia, que se niega a dar del bien y es un malvado trasgresor, embrutecido y además bastardo.) [68:10-13][10]

En ciertas ocasiones Abu Ÿahl se acercaba a escuchar al Mensajero de Allâh cuando recitaba el Corán, luego se iba sin haber creído, y sin tomar con seriedad las advertencias. Calumniaba  al Mensajero de Allâh en su discurso, y aprovechaba toda oportunidad para obstruir el Mensaje de Allâh, y luego se retiraba con arrogancia jactándose de lo que había hecho. Allâh reveló acerca de él:

(Entonces él (el incrédulo) ni creyó (en este Corán, en el mensaje de Muhammad ) ni rezó!) [75:31]
También intentó impedir al Profeta que rece en el Noble Santuario. Ocurrió una vez que el Profeta estaba rezando en el recinto de la Sagrada Casa, y cuando Abu Ÿahl pasó junto a él lo insultó. El Profeta lo censuró severamente y Abu Ÿahl respondió desafiante que era el más poderoso en La Meca; entonces Allâh reveló:

(Y que llame a los suyos (socorredores).) [96:17]

A pesar de ser  reprochado, Abu Ÿahl no se encaminaría ni abandonaría su necia actitud. Por el contrario estaba dispuesto a ir más allá y juró que tiraría tierra en el rostro del Mensajero de Allâh y de que pisaría su cuello. Tan pronto como salió para cumplir con su juramento volvió sobre sus pasos espantado y cubriéndose con sus manos. Inmediatamente sus amigos le preguntaron que le pasaba. Dijo: “Aparecio una trinchera de fuego y algo con alas.” Más tarde el Mensajero de Allâh comentaría:

“Si hubiese avanzado más, los ángeles hubieran arrancado los miembros de su cuerpo uno por uno.”[11]
Este es el trato que recibió el Profeta y los musulmanes de parte de los paganos que clamaban ser la gente elegida por Allâh por el hecho de vivir en el Santuario sagrado.


Representantes de Quraish intentan negociar con el  Mensajero de Allâh

Poco tiempo  después de la islamización de estos dos héroes, Hamzah Ibn ‘Abdul-Muttalib y 'Umar Ibn Al-Jattâb, las nubes de la tiranía y la opresión empezaron a extinguirse y los politeístas se dieron cuenta que no ganarían nada torturando a los musulmanes. Consecuentemente empezaron a buscar otros métodos. Las biografías del Profeta   muestran como los líderes de La Meca pensaron que Muhammad era ambicioso, y en consecuencia intentaron tentarlo. Ibn Ishâq citó una narración de Muhammad Ibn Ka‘b Al-Qurzi en que un día algunos hombres importantes de La Meca se reunieron en las proximidades de la Ka'bahh  y ‘Utbah Ibn Rabi‘a, uno de sus jefes, se ofreció para visitar al Profeta y proponerle bienes y riquezas de este mundo a cambio de que se calle y no proclame la nueva Fe. La gente de Quraish aprobó su propuesta, entonces  ‘Utbah se acercó a Muhammad y le dijo: “¡Sobrino! Eres un hombre que pertenece a una importantísima familia de noble linaje. A pesar de esto haces que tu gente se separe en grupos. Has irritado a nuestros dioses y a nuestra religión, despreciado a nuestros ancestros y hombres sabios con impertinencia y creaste divisiones entre nosotros. Escucha con atención nuestras propuestas y considéralas, tal vez aceptes alguna de ellas.”

El Mensajero de Allâh rdijo:
“Habla  Abu Al-Ualîd, te escucho.”

Le dijo: “¡Sobrino! Si haces todo esto para obtener riquezas, te las daremos hasta que seas el más rico de Quraish. Si ambicionas el poder, te haremos nuestro jefe. Si quieres ser nuestro rey lo aceptaríamos. Si estas bajo la influencia de un demonio que te domina llamaremos a un brujo para que te cure.”

“¿Has terminado con tus propuestas?” preguntó Muhammad ; y después de escuchar la respuesta afirmativa, recitó:

(En el nombre de Allâh, el más Benefactor, el más Misericordioso. Hâ-Mîm. Revelación procedente de Allâh, el más Benefactor, el más Misericordioso. Un libro donde las aleyas son explicadas con detalles;  un  Corán en árabe para gente que sabe. Albriciador de buenas noticias  y advertidor (del castigo de Allâh), pero la mayoría de ellos se han apartado y no escuchan. Y dicen: nuestros corazones están cerrados a lo que nos invitas.) [41: 1-5]

El Mensajero de Allâh continuó recitando ese Capítulo mientras ‘Utbah escuchaba atentamente. Cuando el  Mensajero llegó al versículo que requiere prosternación, inmediatamente se prosterno. Después de eso, se vuelvio a ‘Utbah y le dijo:

“¡Abu Al-Ualîd! Has escuchado mi respuesta, ahora eres libre de hacer lo que te plazca.”
‘Utbah se apresuró en reunirse con sus compañeros para comentarles la actitud del Profeta . Cuando sus compañeros lo vieron, juraron que tenía una expresión diferente en su rostro. Inmediatamente les comunicó los detalles de la respuesta que recibió y de la charla que mantuvieron, y les dijo: “Nunca escuché palabras similares a las que me recitó. Definitivamente no es poesía, tampoco es brujería ni provienen de un adivino. ¡Gente de Quraish! Tomen en cuenta mi consejo y déjenlo libre para que pueda cumplir con su objetivo, en este caso podrán salvarse separándose de él. Juro que sus palabras corresponden a un Mensaje supremo. Si otros árabes lo vencen nos evitarían grandes problemas, de lo contrario, si él es el vencedor y tiene poder sobre los árabes podrán compartir su poder con él.” Pero no le hicieron caso y pensaron que ‘Utbah había sido embrujado e influenciado por el Profeta .[1]

En otra versión del mismo acontecimiento, se relata que ‘Utbah siguió escuchando atentamente al Profeta hasta que llegó a las palabras de Allâh :

(Pero si se apartan  (Oh Muhammad ), di: “Os he advertido sobre un tormento destructivo como el que cayó sobre (la gente de) ‘Ad y Zamûd.) [41:13]

Entonces ‘Utbah se puso de pie y le tapó la boca al Profeta con sus manos diciéndole:
“Te pido en el nombre de Allâh y  de nuestro parentesco que te detengas y no caiga la calamidad sobre la gente de Quraish.” Apresuradamente retornó hacia sus compañeros para contarles lo que había escuchado.[2]

Los Quraishíes se esfuerzan por negociar

Aunque los Quraishíes intentaron desafiar al Profeta y Abu Ÿahl intentó matarlo, aún tenían esperanzas de llegar a un acuerdo con el Profeta ?ya que no estaban completamente convencidos de que su Mensaje era falso. Es más, pensaban del Mensaje, tal  como Allâh  dijo:

(Realmente estaban en una duda profunda sobre él.) [11:110]

Vieron que el Profeta se encontraba muy firme respecto a los asuntos de la religión, y querían llegar a un acuerdo intermedio entre ambas posiciones. Aceptaban abandonar algo de su Fe, a cambio de que él abandonase algo de la suya. Pensaron que esta forma era correcta para llegar a la verdad,  pero ciertamente la verdad era lo que el Profeta predicaba. Ibn Ishâq reportó que algunas personas se burlaban del Mensajero de Allâh  mientras circunvalaba la Ka'bah. Entre ellos estaban Al-Asuad Ibn Al-Muttalib Ibn Asad Ibn ‘Abdul-‘Uzza, Al-Ualîd Ibn Al-Mugîrah, Umaiah Ibn Jalaf, y Al-‘As Ibn Ua’il As-Sahmi, y todos estos eran ancianos del pueblo.

Decían: “¡Oh Muhammad! Ven y permítenos adorar lo que tú adoras, y tú adorarás lo que nosotros adoramos. Podemos ser tus socios en este asunto. Si Aquel que tú adoras es mejor que lo que nosotros adoramos entonces obtendremos algún beneficio. De lo contrario, si lo que adoramos nosotros es mejor de lo que tu adoras entonces obtendrás un beneficio. Debido a esto Allâh reveló:

(Di: ¡Incrédulos! Yo no adoro lo que adoráis. Ni vosotros adoráis lo que yo adoro. Yo no adoraré lo que vosotros adoráis, ni vosotros adoraréis lo que yo adoro. Para vosotros vuestra adoración y para mí la mía.) [109] [1]

Ibn ‘Abbâs narró que los Quraishíes dijeron: “Si te sometes a nuestros dioses adoraremos al tuyo.” Entonces Allâh reveló;

(Di: ¡Incrédulos! Yo no adoro lo que adoráis…) [109] [2]

At-Tabari reportó que Ibn ‘Abbâs dijo que los Quraishíes sugirieron: “Adora nuestros ídolos por un año, y adoraremos el tuyo por un año.” Entonces Allâh reveló:

(Di: ¿Me ordenáis que adore a otro en vez de Allâh, oh ignorantes?) [39:64] [3]

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