14/9/11

La primera emigración del musulmán

El concepto de la hégira en el Islam es uno muy profundo y de vital importancia. La emigración por la causa de Allah es mucho más que el simple desplazamiento físico del musulmán de un lugar a otro. Idealmente, la hégira implica emigrar a un lugar donde el creyente pueda vivir el tawhid , aplicar el Corán y  estar en verdadero estado de sumisión al Creador . Lo contrario es quedarse a vivir en un lugar donde uno no puede cumplir las obligaciones islámicas. Este es el caso de los lugares en los que invariablemente terminamos transgrediendo la  ley de Allah. Lo peligroso de esta situación es que se vuelve “normal” y el musulmán se vuelve tolerante con aquello que en primer lugar debería detestar, como lo es vivir bajo las leyes de los hombres  o tomar y dar  intereses en sus transacciones  bancarias.
Sin embargo y como lo demuestra la historia de los  primeros conversos al Islam,  la emigración física por la causa de Allah (la verdadera hégira)  sucede luego de la “emigración ideológica”. Es decir, la transición de la ignorancia al Islam. Es el abandono de  las creencias y hábitos ajenos al Islam para luego abrazar credo y estilo de vida basados en el Islam. Nuestro comportamiento comienza a ser diferente después de que nuestras ideas comienzan a cambiar.  Por ejemplo, uno deja de comer carne dudosa cuando se tiene la convicción de que la vida eterna es para siempre y que por lo tanto no vale la pena arriesgarla por los efímeros momentos de aparente beneficio a corto plazo de esta dunya.
 El grado en el que modificamos nuestros comportamientos es directamente proporcional a la convicción que tenemos en estas nuevas ideas. Cuando uno no está convencido plenamente con respecto a algo, el cambio podría no darse o se dará en menor proporción o simplemente se dará de manera pasajera para después desaparecer.  De ahí que sea importante conocer los factores que facilitan nuestra jornada intelectual y espiritual hacia la sumisión a nuestro Creador. Si somos sinceros en la búsqueda de la verdad no sólo queremos encontrarla sino que queremos seguirla y que nos cambie de manera permanente.
El conocimiento islámico es decisivo en la formación de la convicción. Y una manera de verificar si el conocimiento que estamos adquiriendo es el correcto es precisamente analizando la fortaleza de la convicción que tenemos en el credo islámico y en la disposición que tengamos de observar los comandos de Allah subhana wa ta’allah sin cuestionarlos.  Un musulmán no es como un no musulmán de la misma manera que la verdad no es como la falsedad: ambos son opuestos. Por lo que si después de cierto tiempo nuestro comportamiento sigue sin reflejar esa diferencia debemos hacer algo al respecto. Si los textos que leemos o las clases a las que asistimos nos están confundiendo o simplemente están debilitando nuestra fe y no nos están transformando por dentro y por fuera tal vez deberíamos considerar mirar en otras fuentes.
 Sin embargo, la evaluación de nuestras fuentes del conocimiento  tiene que estar acompañado por un sincero examen de nuestro ego y el papel que éste esté teniendo en nuestro aprendizaje. La comparación de fuentes del conocimiento será más honesta y eficaz, sólo si primero nos examinamos a nosotros mismos y descubrimos qué es lo que nos está impidiendo rendirnos a la voluntad de nuestro Creador, el  Señor de los mundos.  Si Allah quiere nos puede facilitar esto a través de la duah. Siempre hay que pedirle a Allah que nos dé guía, sinceridad, humildad, sumisión a Él, paciencia y buena compañía.

El Islam verdadero es uno sólo. Es un camino recto que provee certeza y facilidad en los asuntos de este mundo y sobre todo éxito en el día del Juicio. Es el Islam simple y sin artilugios filosóficos  que siguieron los profetas y sus compañeros. Es el Islam  que en los tiempos del profeta Muhammad (sallahu alehi wasallam) produjo individuos disciplinados y enfocados en construir una civilización basada en el Corán; es el Islam que los inspiró a renunciar a sus riquezas y a su comodidad para ganar el favor de Allah; que los empoderó para oponerse a los vicios de la comunidad politeísta en la que crecieron; es el Islam que los llevó a superar  la ignorancia ancestral  y a pelear en contra de sus propios familiares cuando éstos nos los dejaron practicar. Es el Islam que los condujo a dejarlo todo por Allah, a aventurarse por la Tierra y a llevar Su palabra a todos los extraños más allá de sus fronteras a pesar del miedo, a pesar del hambre y de la pobreza. Es la sumisión y la renuncia al ego  a cambio de la cual Allah les concedió respuesta a sus súplicas y numerosas victorias sobre sus enemigos. Ese es el Islam verdadero,  el que vale la pena a largo plazo, el que sirve a Allah subhana wa ta'ala y no a nuestros deseos.
"Y por cierto que os probaré con algo de temor, hambre, pérdida de bienes, vidas y frutos, pero albricia a los pacientes [que recibirán una hermosa recompensa]." (2:155)